Cuantas horas paso pensando en un solo lugar… Como ráfagas de aire que se asientan en mi corazón. El latir de un pueblo que resuena en mis oídos. Me hace sentirlo dentro, muy dentro. Pasan los días desde la despedida y el murmullo sigue azotando mis oídos. Y huele a incienso y a jazmín. Dos ojos sinceros se clavan en mis pupilas y los niños no me sueltan las manos. El fluir incesante de un río que arrastra las cenizas de una vida que llama de vela fluye a otro mundo iluminando orillas de rezos, baños y sonrisas…
Atardeceres de infancia, días eternos y universo continuo. Parte el tren y entre miradas, charlas e inquietudes un nuevo atardecer. Allí donde se pone el sol…allí es de donde vengo… ¿y a dónde voy? Donde las miradas son sonrisas y las palabras corazón.
Pronto estaremos juntos de nuevo si es que alguna vez nos hemos separado… Y en un abrazo nos fundiremos… ¡otra vez!
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