Lo primero que hicimos fue visitar a nuestros amigos de la casa contigua donde se encuentra un establecimiento de Internet regentado por dos hermanos y un empleado, que son los tres niños más especiales que hemos conocido en nuestro viaje.
Una vez haber abrazado a nuestros Bayas (hermanos), nos dirigimos a solucionar un asuntillo pendiente... Fuimos a solicitar la devolución de 7000 rupias, a causa de un mal cumplimiento de un envío... Y no entraremos en detalles pero sí es para nombrar el careto que se le puso al dueño del negocio al vernos aparecer. Como buen negociante indio intentó darnos pena trayéndonos a la familia entera. Y es que en India siempre juegan con la psicología. Pero bueno, tema solucionado y zanjado.
Más tarde volvimos reencontrarnos con nuestro Ganga (Ganges), menos caudaloso que la primera vez, pero tan bello como siempre (de la porquería ya os hablamos en nuestra primera visita). Con el sol azotando nuestras cabezas, los baños sagrados se habían convertido en chapuzones de veraneo, y Fernando pensó incluso en darse un chapuzón, pero a pesar de lo que diga Cristina Roque, la salud es lo primero! Jaja!
Ante tanto espectáculo, en el interior de Roi, se despertó la felicidad de descubrir Varanasi, y para celebrarlo nos dirigimos a tomar un Chai a Manikarnika (el principal Ghat crematorio del que ya os hablamos en nuestra primera visita).
Los días transcurrieron tan especiales como siempre. Nos encontramos también con Moni, y echamos en falta a Siddartha. El Money Baba seguía enseñando sus recetas de las medicinas para rascar algo de dinero, y el Baba Cojo...Nudo, continuó apareciéndose en el mismo lugar de siempre a la hora del Chai para dedicarnos sus canciones al Ganga.
También queremos recordar a Verónica y David, Borja y Rafa, y Gene, que junto a ellos aprendimos a amar Benarés y que sus nombres irán siempre unidos en nuestro recuerdo a esta mágica ciudad.
Volvimos a madrugar para ver amanecer desde el Ganges y pasamos cada atardecer sentados en los Ghats para disfrutar del ambiente único de esta maravillosa ciudad.
Ciertas circunstancias personales quisieron que nuestro viaje tuviese que finalizar y tuvimos que comprar nuestros billetes para volver a España junto con Roi.
La despedida de la ciudad fue otra vez a orillas del Ganges, esta vez con el Baba Cojo...Nudo, dedicándonos unas canciones. La despedida no fue un adiós, sino un Hasta Luego.
Pronto nos encontraremos allí de nuevo.
Una de las últimas sorpresas que nos esperaba fue volver a ver a nuestros amigos del Internet en la estación de tren. Los dos hermanos viajaron con nosotros hasta Delhi, mientras que Rabí, el empleado, le despedimos allí mismo, entre lágrimas, pues es el niño entre los niños. Te queremos mucho!
Las últimas sorpresas pendientes fueron: la primera, que a Fernando le robaron las zapatillas en el tren durante la noche, y aunque fue una putada y les había cogido cariño después de 8 meses, se alegró de que siguieran caminando por India. Al día siguiente y con los calcetines y las chanclas puestas nos encontramos con que el Paharganj parecía haber sufrido una guerra. A parte de las obras de las calles, comenzaron a derribar las fachadas, incluida la del Hotel a donde nos dirigíamos. Por si fuera poco, Roi comenzó a tener síntomas de una pirrilera de caballo y pasó sus últimas horas en India pegadito a la taza del watter. Jaja!
Aprovechamos la tarde en Nueva Delhi para comprar unas zapatillas para Fernando y alguna que otra compra.
Y del viaje de vuelta no os hablamos. Retraso, cancelación, pérdida de vuelo y pasar la noche en Londres... Lo de siempre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario