INDIA SEGÚN FERNANDO
En este momento comienza una de las entradas más difíciles de este blog. Y no es difícil por un sentimiento de pena…hace tiempo que la pena desapareció de mi ser, y se transformó en una alegría permanente contagiada a través de los aires del indo. Lo que es difícil es resumir un sentimiento tan grande en tan pocas líneas; ocho maravillosos meses de mi vida plasmados en esta entrada…
También es difícil saber por dónde empezar. Quizá comenzar por el principio sea la mejor manera. Y el principio es una gran familia. Una familia que desde siempre me ha inculcado unos valores de respeto hacia los demás. Me ha enseñado que la riqueza está en la diversidad. Me ha abierto la mirada a otros mundos y me ha hecho ver que las diferencias no nos separan sino que nos unen aún más fuerte. Desde bien pequeño despertaron mi interés por la cultura, el arte, los viajes y sobre todo la importancia de cada persona en hacer que este pequeño gran planeta que habitamos funcione…
Mas tarde aprendí que las banderas están para sonarse los mocos con ellas o para utilizarlas de toalla cuando vas a la playa, o para secarte el sudor de la frente en los días de verano…no son más que trapos diseñados por personas con el único interés de amontonar dinero…
Suelo tener tendencia a desviarme de los temas que estoy comentando así que volveré a lo de la familia (quizá más tarde retome el tema de los nacionalismos). El caso es que en 2008 visité India con mi madre por primera vez y junto a ella descubrí un mundo totalmente diferente para mí. Este viaje surgió de la manera más tonta (o más bonita) una noche mientras se preparaba una cena. En un segundo pasó por su cabeza (la de mi madre) viajar a India, con el perfecto error de pensarlo en voz alta. A mí se me “ocurrió” que necesitaría a alguien para llevarle la maleta… pero lo que de verdad le convenció fue el viajar con una persona con un inglés tan perfecto como el mío! “yes, no, water, coffee, milk…” Y en poco tiempo aterrizamos en Nueva Delhi para descubrir la perfección del “mundo al revés” (es la mejor expresión que encuentro para definir a India). En aquellos tiempos yo no estaba preparado para asimilar en tan poco tiempo lo que se me vino encima pero creo que eso ya está logrado…
Mientras tanto en nuestra cabeza (la de Clara y la mía) ya navegaba la idea de realizar un largo viaje. Y después de un primer legañazo de India el destino ya no se pondría en duda: India parecía ser el lugar que estábamos buscando. Aunque a decir verdad es ahora cuando somos capaces de responder a la pregunta que tantas veces nos han hecho: “¿Por qué India?” (Y espero que después de todo el blog y de esta entrada todo el mundo pueda obtener la respuesta deseada).
Mi familia en todo momento me ha apoyó con la idea de realizar este viaje. No me habría molestado si no me hubiesen apoyado, me hubiera ido igual. Lo que quiero decir es que no es el apoyo como tal lo que les agradezco sino todo el trabajo extra antes y durante el viaje que mi ausencia y por motivos profesionales les ha originado. En este agradecimiento quiero hacer especial hincapié en mi madre, que con mil esfuerzos y mil amores se encargó de que mi partida fuera realmente tranquila para mí…
A partir de ahí el resto del viaje lo conocéis por el blog…día a día o ciudad por ciudad… Lo que ahora me gustaría contar es esa parte del camino que se recorre con el corazón y no con los pies… esa parte que nos hubiera gustado transmitiros cada día pero que por las circunstancias, ganas o escasez del buen funcionamiento de las energías y tecnologías se nos impidió contar.
Es verdad que el viaje a India resultó también ser un viaje a Tailandia y Laos. Pero yo lo enfocaré, por deseo o porque me da la gana, a India. La estancia en Tailandia y Laos fue una cosa que surgió estando en India como si de una prueba o de algo necesario se tratase. Fueron también días felices pero India no desapareció de nuestra mente ni un solo segundo. Quizá nunca lo haga. Y no lo hará. Cuando me preguntan: “¿De donde eres?” Yo cierro los ojos y mi rostro sonríe… Soy de mi casa pero mi corazón es de las calles indias. Y sé que no soy indio. Porque serlo conllevaría muchas cosas que la razón, mi razón, ha superado ya hace tiempo. India, la India que yo encontré, no entiende de países ni fronteras, ni ejércitos ni pasaportes. Es algo mucho más grande aún. India es la esencia del mundo. Es la fragancia del alma humana. Es una sonrisa, una mirada brillante y sincera, un niño curioso e inocente con su corazón abierto para regalar amor. Y cuando digo niño no quiero decir niño exactamente. También quiero decir niña. Y también hombre o mujer. Porque la inocencia de la niñez sigue viva en todos ellos hasta el día en que sus cuerpos se convierten en cenizas que alimentan el Ganga. Los ojos de los indios son una ventana abierta para asomarte al interior del alma. Y es que no son gente. Son personas. Habitan cuerpos con forma humana. Alimentan su interior y cuando lo necesitan abandonan esa forma para reencarnarse en un alma más grande y sabia. Y doy fe de que lo consiguen…
No me gustaría influenciar a nadie que vaya a viajar por primera vez a India con mi opinión. Mi opinión es el resultado de mis vivencias en este increíble país. Sólo trato de expresar lo que yo encontré allí. Aunque sí me gustaría que los demás supieran apreciar las sorpresas que te aguardan cada amanecer. El viajar por India no es exactamente el viaje tradicional que conocemos. No es fácil. O más que difícil es incómodo. El viajar con una agenda apretada se puede convertir en una odisea. Y tampoco es cómodo el ir esquivando pesados cada cinco pasos. El tener la sensación de ser timado en cada compra o el sentirte como un dólar con piernas. Pero esto no son cosas autóctonas del país. Son cosas del mundo, de la sociedad, de la economía, del mal viajar de otras personas o de que maleantes, delincuentes y chorizos los hay en todas partes. Pero sobre todo abundan en los lugares turísticos. Mucha gente vuelve con una mala idea del país por todo ello. Y a mi me duele. Me duele que se juzgue a un país con más de mil millones de habitantes por las malas experiencias que se han tenido con mil, dos mil o cinco mil personas. Hay que aprender a aislarse de todo esto y disfrutar, vivir. A veces el hecho de salir de una calle principal para recorrer la paralela te hace tener la sensación de estar en un lugar totalmente diferente.
Tampoco es perfecto todo lo demás. Los problemas sociales son infinitos. Quizá los problemas no sean infinitos pero la población casi. Muchos de los problemas serán los mismos que existen en la mayor parte del planeta o de nuestro propio país. Sólo que se agravan bastante en un país superpoblado que en pocos años pasará a ser el más poblado del mundo por encima de China pero con una tercera parte de la superficie. La falta de educación y de higiene, la pobreza, el alcoholismo y drogadicción, la prostitución infantil, los políticos, la corrupción, los gastos militares… son algunos de los principales problemas de India. Sin embargo las estadísticas de delincuencia están encabezadas por países occidentales…
Pero ya existen muchos sitios con información sobre todo esto. Vamos a intentar centrar el tema en la otra realidad. La realidad de nuestro viaje. Esa parte que te hace crecer como persona. Crecer o cambiar. Y es que ¿es malo cambiar? A veces creemos que seguir siendo la misma persona es ser fiel a nosotros mismos. India te da una lección de humildad en cada esquina, en cada puerta, en cada ventana. Una vez que conoces India ya no eres el mismo; cambias. Ninguno de nosotros somos los mismos que hace diez años. Y esto no quiere decir que hayamos estado equivocados. A veces sí y a veces no. Simplemente la vida te va dando otros valores. Otros puntos de vista...
... En nuestro interior poseemos una llama que se va haciendo más grande con el tiempo. Y cuando llegas a India esa llama hace arder todo tu interior. Te quema, pero no te consume. Deshace tus despojos y de tu interior salen nuevos aires que la apagan. Y entonces llega la primavera. Tu corazón florece e inunda tu interior de una suave fragancia. Se abren los pétalos y comienzan a absorber de su alrededor. Y su alrededor no puede ser más perfecto. Y la flor crece cada día. Más y más. Hasta que un día dejas de verla. Te conviertes en flor. Y ya no la hueles. Entonces dejas de mirarte a ti mismo. Formas parte del entorno y disfrutas mirando fuera de ti. Todo está lleno de flores. Y todas somos iguales. Si una se marchita el entorno se marchita. Ahora entiendo que no soy una flor. Formo parte de un hermoso jardín lleno de vida. Y sonrío si te veo sonreír. Lloro cuando lloras. Te amo porque eres amor…
También os podría hablar de las vacas. De los monos, cabras, búfalos o ratas. De religiones. De las bodas o los funerales… De los trenes y sus multitudinarias estaciones. De la espiritualidad o del yoga. De miles de paisajes y olores. De saris de colores. Pero nuestro lenguaje no es perfecto. No puede explicarlo todo. Hay cosas que hay que vivirlas para entenderlas… Además es demasiado largo. O demasiado corto. Simplemente es. Son cosas de nuestro jardín. Es más sencillo todo que en occidente y a veces intentamos buscarle una explicación cuando en realidad son los propios indios los que necesitan una explicación de nuestra manera de vivir. Para viajar a India no necesitas haber aprendido nada antes. Todo es más fácil. Es mejor olvidar todo lo que sabes y reeducar tu mente. Para disfrutar de este país no debes pensar, debes sentir…
Ya me he enrollado demasiado y tengo la sensación de no haber contado nada así que finalizaré con esta carta dedicada a mis dos amores:
“Llegué a ti y sin juzgarme me abriste los brazos. Tú supiste leer mi mirada y saber que yo tampoco te juzgaba. Nunca supe lo que esperaba de ti y tú me diste más de lo que yo necesitaba. Me hubiera bastado con un hermoso amanecer o una entrañable puesta de sol. Pero quisiste darme más, quisiste darme amor. Y una buena lección de vida. Tu saber hacer y tu armonía son más perfectas que la misma creación. Porque la creación no estaría completada sin tu sonrisa. Sin ese mirar que penetra hasta lo más profundo del corazón. Y ese afán de saberlo todo aunque no entiendas nada, simplemente por curiosidad, por intentar conocerme sin juzgar mis maneras. Tú no conoces la envidia ni el rencor, eso debe de ser de otros mundos. Otros mundos que siguen vivos gracias a que tú mantienes viva la esperanza. Tú resides donde descansa el alma, donde el yo no tiene ningún sentido. Donde nacen las ilusiones o se cumplen los sueños. Porque tú sabes que la vida es un regalo. Y no un regalo para ti misma; un regalo para los demás. Tú te ofreces cada amanecer en una explosión de color, y no te cansas, no cesas. Haces que cada instante sea mágico. Que el más sencillo detalle se convierta en algo grandioso. Sabes sacar lo mejor de mí. Me haces sentir como nunca antes me he sentido. Sólo tú puedes eliminar las distancias. Un día estuviste lejos. Pero ya jamás lo estarás. Te encuentras a menos de un segundo, lo que tardan los párpados en cubrir los ojos. Y es que cada vez que los cierro eres tú quien ocupa mi pensamiento. Te siento tan cerca que no puedo siquiera echarte de menos. Y aunque es triste no tener palabras para agradecerte lo que me has dado, sé que no lo necesitas. Porque como siempre tú lees la mirada. Tú sientes mi alma. Porque yo soy tú. Porque tú eres yo. Gracias India, gracias Clara.”
Como siempre guardo lo mejor para el final. Y el final son los agradecimientos. Y los primeros son para la compañera que ha estado a mi lado cada mañana. Ha reído conmigo cada atardecer. Porque yo he visto India a través de sus ojos. Nada hubiera sido lo mismo sin ella. Ha logrado que cada día haya sido más bonito que el anterior. Juntos hemos compartido miles de sorpresas. Hemos visto insuperables fortalezas. Los más hermosos palacios. Miles de camellos. Gigantes con forma de elefante. Hemos dormido en las dunas abrigados por las estrellas. Hemos contemplado el más perfecto atardecer junto al Índico, el Arábigo y el Golfo de Bengala. Hemos pescado con las milenarias “Redes Chinas” y bailado con los delfines. Hemos peregrinado junto a hindúes, budistas, sijs y musulmanes. Hemos recorrido mares, ríos, canales, arrozales o la senda del tigre. Hemos caminado sobre un verde manto con olor a té o jugado con los corales…
Aparte de agradecer a las poblaciones locales que nos han acogido como a hermanos queremos dar las gracias a otras personas. A mis padres que ya he mencionado antes junto con mis hermanas. A los padres y tí@s de Clara, que han seguido nuestros pasos desde el primer día, a nuestros amigos que día a día también han contribuido a que nosotros seamos quienes somos y a quienes hemos sentido muy cerca de nosotros aún en la distancia. Ellos son Myriam, Jaime y Ana, Clara e Imanol, Asier y Roi.
También agradecer a aquellas personas que han formado parte de nuestro viaje, que entre otras son: Benoit y Natalie de Montpellier, María de Vitoria, nuestro amigo “Pitágoras” de Inglaterra, Rubén Bullón y Meritxelll de Barcelona y a Ana y Jaume de Sonrisas de Bombay, a Joao, Elena y Hugo de Revilla de Camargo, David y Verónica de Granada, Borja y Rafa de donde les apetezca, Gene de California, a Idoia de Ermua, Puri y Uriel de Barcelona, y nuestros queridos David y Anna de Barcelona también. Otra mención especial a una de las personas más alegres que hemos conocido, Eric de Toulouse, y por último a Kepa de Deba, y a su novia Itzi que viajó en su corazón.
Otro agradecimiento muy especial a Cristina Roque de Madrid porque ella ama India como solamente ella sabe hacerlo y porque disfrutó de cada uno de nuestros días.
Y a todos vosotros que habéis seguido nuestra historia todos los días, a ratos o de vez en cuando y que lo seguiréis haciendo porque este blog no ha acabado.
Y por último a Margarita Peón, abuela de Clara, que emprendió su viaje nada más finalizar el nuestro y que hoy su alma fluye como agua del Ganga hacia donde el amor lo envuelve todo…
India te marca para siempre. India te enseña que no se encuentra en Asia. India está donde tú estés. A veces pienso que India no es especial. Especiales son las personas. Y de personas está mi barrio lleno. Podemos ser indios desde el momento en que queramos serlo...
"He estado en los confines de la tierra. He estado en los confines de las aguas. He estado en los confines del cielo. He estado en los confines de las montañas. Y no he encontrado nadie que no sea amigo mio."
CONTINUARÁ…